La riqueza del caudal mitológico
griego es incuestionable y, muchas veces, provoca que los mitos romanos,
o más bien sus leyendas, queden relegadas al olvido. Eso es lo que
vamos a evitar en este blog.
Los
romanos incorporaron a su religión, a la oficial, los mitos griegos y
su alcance se notó en el arte y la literatura, pero los romanos contaban
con sus propios mitos que ya hemos visto en el caso de los Horacios y los Curiacios. En la cultura romana los mitos indoeuropeos evolucionaron
hacia el campo histórico y así lo que nos encontramos son mitos o
leyendas insertadas en la pseudohistoria de Roma, concretamente, del
período monárquico y los primeros años de la República.
¿Qué
supone esto? Los mitos son narraciones de su historia y sus
protagonistas son a la vez los héroes de la ciudad y es en estos relatos
donde se conserva residualmente el bagaje mitológico indoeuropeo.
Dejaremos de lado los mitos de época monárquica y nos centraremos en los mitos de los primeros siglos de la República. Los héroes son ejemplos de las cualidades del carácter romano.
Los primeros mitos están en relación con el intento de los Tarquinios de recuperar el trono y los protagonistas son Horacio Cocles, Mucio Escévola y Clelia. Los tres representan la virtud del romano de valentia, decisión y sacrificio por su ciudad.
Horacio Cocles es el primer personaje de la lista. Tarquinio, el antiguo rey de Roma, recurrió a los etruscos (no debemos olvidar el origen etrusco de los Tarquinios) para recuperar la ciudad. Acudió a Porsena, rey de la ciudad de Clusium, quien creyendo que la vuelta de Tarquinio le sería provechosa declaró la guerra a los romanos en el año 506 a.C.
Los etruscos lanzan su ataque y los romanos se ven obligados a abandonar los campos en torno a Roma. Los etruscos conquistan el Janículo y ,cuando llegan a la orilla occidental del Tíber, se encuentran con que Horacio Cocles montaba guardia en el puente Sublicius que conduce al corazón de Roma les hace frente. A su lado combatieron Espurio Larcio y Tito Herminio, pero Horacio ordenó a sus compañeros que se refugiasen en la ciudad y que destruyeran el puente tras cruzarlo, mientras él entretenía al enemigo. La valentía de Horacio asombró a los etruscos, que tras ver a Horacio Cocles, esquivar las lanzas lanzaron un ataque masivo. Horacio al comprobar que el puente había sido destruido se lanzó al agua y cruzó a la otra orilla. Fue recompensado con la tierra que pudiera arar en un día y además se le erigió una estatua en el foro. Polibio nos ofrece un final menos feliz, en sus palabras:
"Logró repeler el ataque enemigo, pasmado no tanto de su vigor corporal como de sua audacia y su empeño. La destrucción del puente desbarató el ataque de los rivales; Cocles se arrojó con sus aramas al río y se ahogó voluntariamente; dio preferencia a la seguridad de la patria y a la gloria que se seguiría de su gesta, proponiendo su existencia actual y el tiempo que le quedaba de vida. Este es, si no me equivoco, el anhelo y la avidez de honor que en los jóvenes romanos engendran las instituciones de Roma." (Traducción de Manuel Balasch)
Livio dice que hay que incluir el relato dentro de la historiografía, pese a su innegable caracter legendario.
Los etruscos asediaron Roma bajo el mando de Porsena y Escévola (el zurdo) con permiso del Senado se introdujo para intentar matarlo. Alcanzó el lugar donde se encontraba el trono real, pero no pudo averiguar cuál de los dos caballeros ricamente vestidos era el rey y apuñaló a uno que finalmente era el secretario o escriba del rey. Tras ser capturado en su huída y llevado ante el rey no se aminaló y en palabras de Livio declaró: "Soy ciudadano romano. Me llamo Gayo Mucio. He querido, como enemigo, matar a un enemigo y no tengo para morir menos coraje que el que tuve para matar: es virtud romana el actuar y el sufrir con valentía. Y no soy el único en tener esta actitud hacia ti; es larga la serie de los que después de mí pretenden el mismo honor." (Traducción de José Antonio Villar)
Los primeros mitos están en relación con el intento de los Tarquinios de recuperar el trono y los protagonistas son Horacio Cocles, Mucio Escévola y Clelia. Los tres representan la virtud del romano de valentia, decisión y sacrificio por su ciudad.
Horacio Cocles
Horacio Cocles es el primer personaje de la lista. Tarquinio, el antiguo rey de Roma, recurrió a los etruscos (no debemos olvidar el origen etrusco de los Tarquinios) para recuperar la ciudad. Acudió a Porsena, rey de la ciudad de Clusium, quien creyendo que la vuelta de Tarquinio le sería provechosa declaró la guerra a los romanos en el año 506 a.C.
Los etruscos lanzan su ataque y los romanos se ven obligados a abandonar los campos en torno a Roma. Los etruscos conquistan el Janículo y ,cuando llegan a la orilla occidental del Tíber, se encuentran con que Horacio Cocles montaba guardia en el puente Sublicius que conduce al corazón de Roma les hace frente. A su lado combatieron Espurio Larcio y Tito Herminio, pero Horacio ordenó a sus compañeros que se refugiasen en la ciudad y que destruyeran el puente tras cruzarlo, mientras él entretenía al enemigo. La valentía de Horacio asombró a los etruscos, que tras ver a Horacio Cocles, esquivar las lanzas lanzaron un ataque masivo. Horacio al comprobar que el puente había sido destruido se lanzó al agua y cruzó a la otra orilla. Fue recompensado con la tierra que pudiera arar en un día y además se le erigió una estatua en el foro. Polibio nos ofrece un final menos feliz, en sus palabras:
"Logró repeler el ataque enemigo, pasmado no tanto de su vigor corporal como de sua audacia y su empeño. La destrucción del puente desbarató el ataque de los rivales; Cocles se arrojó con sus aramas al río y se ahogó voluntariamente; dio preferencia a la seguridad de la patria y a la gloria que se seguiría de su gesta, proponiendo su existencia actual y el tiempo que le quedaba de vida. Este es, si no me equivoco, el anhelo y la avidez de honor que en los jóvenes romanos engendran las instituciones de Roma." (Traducción de Manuel Balasch)
Livio dice que hay que incluir el relato dentro de la historiografía, pese a su innegable caracter legendario.
Horacio Cocles se enfrenta a los etruscos. |
Mucio Escévola
Los etruscos asediaron Roma bajo el mando de Porsena y Escévola (el zurdo) con permiso del Senado se introdujo para intentar matarlo. Alcanzó el lugar donde se encontraba el trono real, pero no pudo averiguar cuál de los dos caballeros ricamente vestidos era el rey y apuñaló a uno que finalmente era el secretario o escriba del rey. Tras ser capturado en su huída y llevado ante el rey no se aminaló y en palabras de Livio declaró: "Soy ciudadano romano. Me llamo Gayo Mucio. He querido, como enemigo, matar a un enemigo y no tengo para morir menos coraje que el que tuve para matar: es virtud romana el actuar y el sufrir con valentía. Y no soy el único en tener esta actitud hacia ti; es larga la serie de los que después de mí pretenden el mismo honor." (Traducción de José Antonio Villar)
El rey en el interrogatorio le amenazó con quemarlo a lo que Escévola respondió colocando su mano derecha sobre un brasero ardiente y dejó que se quemase como si no padeciese. Porsena, asombrado, le liberó y entabló negociaciones con Roma que concluyeron con la retirada de Porsena a cambio de rehenes. Mucio fue recompensado con terrenos al otro lado del Tíber.
Escévola. Louis-Pierre Deseine. Wikipedia |
Clelia
Clelia estaba incluida entre el grupo de rehenes que los romanos enviaron a Porsena como cláusula de las negociaciones de paz por las que los etruscos se retiraron. Según Tito Livio el ejemplo de Escévola despertó en las mujeres el afán de las mismas distinciones. Clelia aprovechando que el campamento etrusco estaba cerca de la orilla del Tíber guió a las muchachas hasta al río y a nado bajo la lluvia de proyectiles de los etruscos lo cruzaron y las condujo sanas y salvas hasta Roma. Porsena y los etruscos exigieron su devolución y prometían su regreso seguro a Roma. Los romanos cumplieron y a la llegada de Clelia al campamento, el rey etrusco, que al principio se enojó pero que ahora admiraba la valentía y decisión de la romana, le ofreció escoger entre los rehenes que permanecían con quiénes quería hacer el viaje de regreso a Roma. Clelia escogió a los muchachos o bien por estar en un mayor riesgo de ser ultrajados o por ser más útiles para Roma. Clelia fue recompensada con una estatua ecrueste en la Vía Sacra, una distinción única para una mujer.
Clelia huyendo con las rehenes. |
¿Cuál crees que es la enseñanza que los romanos podían sacar de estas leyendas? ¿Cuál es el retrato del ciudadano romano que transmiten?
Profe me podrías explicar a que se refiere esto: Acudió a Porsena, rey Clusium, quien creyendo que la vuelta de Tarquinio le sería provechosa declaró la guerra a los romanos en el año 506 a.C.
ResponderEliminarGracias :)
Porsena es el rey de la ciudad etrusca de Clusium, que decidió ayudar a Tarquinio en su intento de recuperar el trono pensando que sacaría provecho de ello.
ResponderEliminarCreo que la enseñanza que los romanos pueden sacar es, que es un pueblo noble y guerrero capaz de darlo todo por el resto de los conciudadanos sin importarles su propia vida, hasta sus enemigos quedarán prendados de sus hazañas.
ResponderEliminarEl retrato del ciudadano romano que se quiere dar es, el de que en cada romano está el alma de un héroe, una persona valiente sin miedo a la muerte capaz de sacrificarse por su ciudad y si al final tiene que morir, será recordado con gloria. Un solo romano puede ganar una batalla.
Mi vida es pasajera, pero Roma habrá de ser eterna!
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